Mediante el examen del nivel de renta de los trabajadores en las últimas dos décadas, Brady ha observado que la disminución de la afiliación sindical está estrechamente relacionada con el aumento de la pobreza.
Cuando los estadounidenses piensan en pobreza, en lo que de verdad están pensando es en desempleo. La percepción generalizada es que el perfil de persona pobre es aquella que está en el paro y carece de oportunidades de empleo, de capital humano o de voluntad de trabajar.
Esta percepción también está my extendida en la investigación académica. Los sociólogos han escrito mucho sobre desempleo, jóvenes desempleados, madres solteras sin trabajo y las consecuencias de la falta de empleo para las familias y para la salud. El clásico de William Julius Wilson, When Work Disappears, se inspiró en la situación de los barrios con mayores tasas de desempleo.
Los economistas también prestan gran atención a las tasas de desempleo y al ciclo económico. Según ellos, lo más importante es conseguir que la economía ofrezca más puestos de trabajo y aumente la demanda de trabajadores para que más y más pobres encuentren un empleo remunerado.
El problema de estas aproximaciones es que olvidan que muchas de las personas más pobres en los EEUU ya están trabajando. De hecho, hay muchas más personas pobres que residen en hogares con miembros trabajando que los que residen en hogares con sus miembros sin ocupación. En las últimas décadas, cerca de tres cuartas partes de los hogares estadounidenses con pobres en edad de trabajar contenían un trabajador empleado.
Motivados por la falta de investigación sobre la pobreza de los trabajadores en los EEUU, Regina Baker, Ryan Finnigan y yo mismo hemos examinado el problema en el periodo comprendido entre 1991 y 2010. La principal conclusión a la que hemos llegado es que la sindicalización es un elemento fundamental para entender el problema de la pobreza de los trabajadores.
Allí donde los sindicatos son débiles, la pobreza entre personas con trabajo está generalizada, mientras que donde los sindicatos están bien establecidos, el número de personas pobres trabajando disminuye. Más aún, la impactante caída en los niveles de sindicalización en EEUU ha bloqueado lo que podría haber supuesto un avance en la reducción de los pobres con trabajo.
Gráfico 1. Porcentaje de pobres con trabajo y nivel de sindicalización en los 51 estados de EE.UU.
En esta investigación hemos tratado de entender por qué la pobreza de los trabajadores ha permanecido obstinadamente alta durante los altibajos del ciclo económico y a pesar del indudable crecimiento económico que se ha producido a largo plazo.
Igualmente, hemos observado de cerca las diferencias en los niveles de pobreza de los trabajadores entre los diferentes estados, tal y como muestra el Gráfico 1. En estados como Mississippi y Texas, casi una quinta parte de las personas empleadas son pobres. En cambio, en estados como New Hampshire el porcentaje está por debajo del 5%.
Lo que hemos encontrado en nuestro análisis es que el nivel de sindicalización tiene mayor efecto sobre la pobreza de los trabajadores que el crecimiento económico o las políticas sociales del Estado en cuestión, así como también un mayor efecto que muchos otros factores que habitualmente sirven para predecir la pobreza de los trabajadores.
Por ejemplo, una subida del nivel medio de sindicalización del 13,5% entre 1991 y 2010 (que es el nivel máximo de sindicalización registrado en nuestros datos, correspondiente a Nueva York en 1991) habría disminuido la probabilidad de pobreza entre los trabajadores en casi un 2%.
Este efecto es de igual importancia (valor equivalente) al efecto que tiene sobre la pobreza de los trabajadores uno de los predictores clásicos: el hecho de ser una madre sola.
¿Por qué es tan importante la sindicalización de los trabajadores pobres para reducir los niveles de pobreza de estos mismos trabajadores?
Los sindicatos elevan los salarios y los beneficios sociales que acompañan al salario (seguro de enfermedad, de desempleo etc.) y regulan los riesgos mediante la aplicación de las normativas, lo que conlleva un aumento de la seguridad laboral. Además, los sindicatos protegen y fomentan la creación de mejores puestos de trabajo, a la vez que trabajan para implementar políticas que ayuden a las familias trabajadoras y velen por la igualdad.
En resumen, los sindicatos, por un lado, reducen la probabilidad de que aparezcan situaciones vitales que inducen a la pobreza, tales como la caída a un puesto de trabajo menos remunerado, los recortes salariales y las lesiones laborales. Por otro lado, los sindicatos mitigan las consecuencias de este tipo de situaciones de dos maneras distintas. En primer lugar, aumentando los salarios de otros miembros del hogar (puesto que los salarios son, en general, más elevados para todos los trabajadores).
En segundo lugar, porque un salario mayor acumulado a lo largo del tiempo funciona como un seguro en caso de pérdida del trabajo o la salud, al permitir al trabajador ahorrar una parte de su renta precisamente para hacer frente a este tipo de circunstancias. Todos estos recursos son fundamentales para reducir los niveles de pobreza de las personas con trabajo remunerado.
Resulta alentador lo que nuestro trabajo demuestra, esto es, que los sindicatos no son un obstáculo para la creación de empleo. Aunque a menudo se afirma que los sindicatos impiden el crecimiento del empleo o que excluyen ciertos tipos de trabajadores, no encontramos ninguna evidencia de tales afirmaciones en nuestros datos.
Tampoco encontramos evidencia de que los sindicatos reducen la pobreza de los trabajadores porque influyen en la selección de los trabajadores que encuentran empleo. Por el contrario, los sindicatos reducen los niveles de pobreza entre todo tipo de trabajadores, en los distintos sectores y profesiones, y entre las mujeres, los hombres, y las minorías raciales / étnicas.
Los niveles de sindicalización han disminuido drásticamente en los EEUU. En la década de 1990, un 15% de los trabajadores estadounidenses estaban afiliados a un sindicato. En 2010, esta tasa se había reducido al 11%. A principios de la década de 1990, más del 25% de los trabajadores en estados como Nueva York, Hawái y California estaban afiliados, un nivel muy superior al actual en Alemania.
Para el año 2010, en cambio, muy pocos estados tenían tasas de afiliación por encima del 20% y la mayoría de ellos seguían cayendo. Si miramos atrás y comparamos con la década de los años 70 y 80, la disminución de la afiliación es aún más pronunciada.
Este descenso en los niveles de sindicalización supone una de las amenazas más importantes para los trabajadores estadounidenses y para la seguridad económica de los hogares estadounidenses. El debilitamiento de los sindicatos tiene una influencia crucial en la pobreza de los trabajadores.
Es por ello que, para comprender mejor la pobreza en los EEUU, los académicos y la ciudadanía necesitan prestar más atención a la precariedad de los trabajadores y al declive de los sindicatos.
Artículo publicado previamente en LSE USAPP Blog: The decline of unions is driving the problem of working poverty in the U.S.
Fuente: rebelion.org
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