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(Artículos) ¿Qué relación existe entre la Voluntad Divina y la voluntad humana? (Fe y Razón 1)


Respuesta Breve

El ser humano es un ser contingente que obtiene su ser  y cualidades existenciales de parte de Dios. Dios lo ha creado por medio de Su voluntad generadora como una criatura volitiva  y por  tanto lo ha elevado sobre el resto de las criaturas. Es por eso, que el ser humano es el ser más sublime dirigido por la voluntad legislativa de Dios y por ello Dios le ha dado permiso para escoger entre la obediencia y la desobediencia, para elegir su forma de vida y diseñar su propio destino.


El ser humano es la criatura escogida,  capaz de obedecer los mandatos de Dios,  cuando escoge  lo correcto,  de esta forma asciende a los niveles de la perfección acogiéndose a la Voluntad Legislativa de Dios y sometiendo sus deseos a la Voluntad Generadora de Dios y  así alcanza el nivel de regencia Divina,  un nivel que le permite obtener todo lo que desee en el Paraíso. Dado que,  ha escogido satisfacer a Dios Él le concederá ampliamente de tal forma que el ser humano estará complacido con Él y satisfecho con su propio comportamiento y conducta.

Pero,  el ser humano también puede hacer una mala elección, tomando el camino de la desobediencia y la aversión a los mandatos divinos, descendiendo al fondo del saqar((infierno). Esta sería la consecuencia de no armonizar su voluntad con la Voluntad Legislativa de Dios. Sin embargo, esta desobediencia no quiere decir que ha avasallado a la Voluntad Divina, puesto que La Divinidad, Él Mismo ha permitido (con Su voluntad) que el ser humano escoja este camino.

En otras palabras, la Voluntad Divina abarca todo el mundo de la existencia-incluyendo al ser humano y sus acciones-y como tal, trasciende jerárquicamente la voluntad humana. No equivale a la aprobación de dos causas totales, independientes,  paralelas,  generando un único efecto, esto es imposible. Por el contrario, según el principio de la “Unidad de los Actos Divinos”, el único agente independiente en el cosmos es Dios y por lo tanto,  todos los otros seres dependen de Él en su existir. Es así como la voluntad de los demás seres, la cual es un aspecto de sus propias elecciones, no es independiente ni está separada de la Voluntad Divina. Entonces, nosotros (como Shiitas) ni aprobamos el determinismo como lo hacen los Ash’aritas, quienes creen que la única voluntad en la acción es la voluntad Divina, viendo a los demás agentes como simples herramientas inútiles en manos de Dios; tampoco aceptamos el concepto de la delegación total, la cual sostienen los Mu´tazilitas, quienes creen que la Voluntad Divina debe separarse de la voluntad del ser humano, considerando entonces al ser humano como un agente soberano en sus actos volitivos. Por el contrario, nosotros, siguiendo la línea Coránica y de los Imames Infalibles, creemos que el ser humano es un agente volitivo y determinador, pero a la vez,  sabemos que está bajo el dominio de la Voluntad Divina y es gobernado por la Autoridad de Dios-encontrándose básicamente necesitado de la Voluntad y Poder de Dios.

Respuesta Detallada

La voluntad humana en términos de jerarquía está por debajo verticalmente de la Voluntad Divina y como tal depende de ésta y no puede darse independientemente y sin necesitar de Dios. Esto lo confirman muchos versículos coránicos, entre ellos el siguiente: “…pero no lo querréis a menos que lo quiera Dios, el Señor de los Mundos”. (81:29)

Sin embargo, esto de ninguna manera contradice la volición del ser humano y su responsabilidad frente a  sus pensamientos, intenciones y acciones.

Es él el agente directo de su voluntad, escogencia y conducta, pero esto es posible únicamente por medio del poder y permiso que Dios le ha dado para tomar sus decisiones.

Entonces, en muchos versículos (aparentemente contradictorios con el versículo mencionado anteriormente, el cual solo le reserva la autoridad a Dios) las acciones de los agentes naturales, incluyendo al ser humano, se atribuyen a ellos mismos, de este modo se considera al ser humano como responsable de su conducta. Y es bajo este concepto que el Corán le atribuye ciertas responsabilidades, otorgándole varias exhortaciones y advertencias. Dos de esos versículos dicen así: “…y que nada pertenece a la persona excepto aquello por lo que se esfuerza”. (53; 39); “Quien obre rectamente, obra para su propio beneficio y quien haga el mal, obra contra sí mismo. Tu señor no oprime a sus siervos” (41:46).

De otra manera, el tema tiene que ver en que la independencia del ser humano se opone o es contraria al principio de unidad de Los Actos Divinos (Unicidad creacional de las Acciones) y también a la necesidad fundamental que tiene  de Dios todo lo creado. Por otra parte, se piensa comúnmente que el ser humano ha sido predeterminado en sus acciones totalmente y que no posee poder  alguno, subestimando lo racional en todos los mandatos Divinos, las exhortaciones, advertencias y por último negando la Justicia y Sabiduría Divina. De esta forma, versículos del Corán aparentemente contradictorios deben reconciliarse entendiendo que varios de estos versículos simplemente esclarecen el significado de otros (y no se contradicen) evitando caer en las garras del determinismo o la delegación total.

Para comprender mejor este tema, debe prestarse atención a estos dos puntos:

Los múltiples caminos o formas en los que confluyen causas diferentes para producir o crear un efecto y los múltiples caminos en los cuales puede concebirse la Voluntad Divina.

La concurrencia de causas en la  generación de un efecto puede manifestarse de dos formas:

Una posibilidad es que en la manifestación de un fenómeno, únicamente una sola causa sea responsable,  por ejemplo,  El Acto Divino de la Creación en el que Dios produce directamente y sin mediación alguna de otro ser existente, o la dependencia de las concepciones humanas en la mente (en dicho caso, únicamente es la mente humana la que general los conceptos mentales e imágenes sin la mediación de algún otro agente); la otra posibilidad es que varias causas son responsables en la creación de un fenómeno. Esta posibilidad misma puede concebirse de  varias formas:

    Varias causas son responsables de manera colectiva. En este caso, cada causa se conoce en términos técnicos como una “causa incompleta” y todas juntas se les denomina la “causa total”. Un ejemplo es la interacción del agua, la luz, el calor, la semilla, el suelo, el trabajo del granjero, etc., en el crecimiento de una planta. En este caso, no solamente es la concurrencia de múltiples causas posibles, sino que es un prerrequisito necesario para la producción del efecto.
     Las diferentes causas son responsables de manera alterna. Por ejemplo como si una maquina tuviera tres motores pero éstos deben funcionar uno por uno, por lo tanto, un motor comenzaría a trabajar solo después de que el anterior se haya detenido, así dándole a la maquina un movimiento constante e ininterrumpido. [Por esto, el movimiento constante que es el efecto de las tres causas alternas] en este caso, la cooperación y la combinación de todas las causas,  es necesaria para mantener el efecto. Sin embargo, no hay una dependencia particular entre las causas  como sucede en el tercer caso.
    Varias causas dependen de las otras en la eficacia pero sin depender de ellas en sus existencias, tales como el rol que la voluntad humana, el movimiento de la mano, etc., desempeñan al producir la escritura [en tal caso, la voluntad de escribir impulsa a la mano a realizar un movimiento sobre el papel, lo que a su vez mueve la pluma, y esto luego hace que la tinta marque sobre el papel, lo que al final es la escritura] o como el soldado que obedece a su superior [en dicho caso, la voluntad del soldado para realizar cierta acción depende de que el superior le dé la orden, pero la existencia misma del soldado no depende de la existencia de su superior]
    Dos conjuntos de causas trabajan para generar un efecto del mismo modo (hayzyyah) y desde el mismo aspecto (yahah) —a lo que técnicamente se le denomina “la concurrencia de dos causas completas en la generación de un efecto”. Un ejemplo de ésto es un pequeño escrito en el extremo de una hoja, elaborado por dos personas simultáneamente. O si una planta en particular tuviera que crecer por el trabajo de dos grupos distintos e independientes de causas, como el suelo, el granjero, la semilla, etc., simultáneamente. En este caso, resultaría una “exclusión mutua”  y por lo tanto [el que se lleve a cabo] este caso es imposible. Porque la mediación (el trabajo, el acto) de cada conjunto obstaculizaría la influencia del otro, haciendo que uno haga al otro inefectivo (lo que significaría que dos causas totales en realidad no han concurrido y únicamente una sola ha generado el efecto unilateralmente) o ambas mutuamente obstaculizando la mediación de la otra (lo que significaría que ninguna de las causas completas se concretaron como para hacer parte de la creación de un efecto). Entonces, como esto es imposible, no existe ejemplo alguno de ello.

            Varios grupos o conjuntos de causas, asociadas verticalmente generan un efecto individual, de tal forma que la causa inferior depende de la superior en su orden de existencia, así como en su agencia(o eficacia); por ejemplo, la relación entre los abuelos y los padres en la procreación de los hijos de estos.

            Teniendo en cuenta la clasificación anterior, debe explicarse bajo cuál de las categorías anteriores se ubica la concurrencia de la Causa Divina, el actuar  y  voluntad de Sus criaturas—incluyendo a los seres humanos.

            Si esta concurrencia es del primer tipo, del segundo o tercero, el resultado sería la independencia existencial del ser humano y el resto de las criaturas de Dios, lo cual objetaría la Unidad de los Actos Divinos. Así, bajo un análisis exhaustivo, la posibilidad de estos ejemplos demostraría lo inaceptable. No puede ser de la cuarta categoría porque no tiene manifestación alguna en la realidad. Aún más, es un error pensar como imposible la concurrencia de la voluntad humana con la Voluntad Divina dado que el ser humano no existiría sin su conexión con Dios y entonces su efecto total siendo paralelo a Dios no es posible[1] como para producir la potencialidad de la concurrencia simultánea y paralela en la generación de un efecto.[2]

            Entonces la única categoría plausible es la última; es decir, la voluntad humana y su efecto son verticalmente inferiores a la Voluntad Divina y Su Efecto.


Fuente: www.islamoriente.com
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